Tras los pasos de la mujer en la
Historia
por Diana Navarro
Durante mucho tiempo la Historia ha sido sinónimo de las hazañas y hechos protagonizados por grandes hombres (reyes, guerreros…). Pero, la Historia tiene más matices, es más compleja y existen muchas más capas sociales que quedan olvidadas y escondidas elaborando un discurso incompleto. Entre estas capas encontramos a las mujeres que, a pesar de corresponder con la mitad de la población, son minusvaloradas y frecuentemente dejan de ser nombradas y tratadas dentro de las explicaciones historiográficas. No obstante, existen algunas disciplinas que se centran especialmente en su estudio.
Onorio Marinari. Santa Catalina leyendo un libro
Sammlungen des Fursten von und zu Liechtenstein, Vaduz-Viena
Historia de las Mujeres
El estudio de género empezó a dar sus primeros pasos en los años 70 en EEUU, siendo, por lo tanto, un campo de investigación todavía reciente. La Historia, como el resto de Ciencias Sociales, no habían destacado la diferencia de los sexos como asunto de análisis de las sociedades, de modo que, aún en los casos en que presentaba a los hombres y mujeres del pasado ocupados en sus tareas respectivas, no se interrogaba por el significado de esa diferencia y por su importancia en la organización y las relaciones sociales cayendo en el determinismo biológico.
Los objetivos esenciales de la Historia de las Mujeres era restituir una presencia rastreándola. Las mujeres han vivido en una sociedad mixta formada por hombres y mujeres que entablan relaciones. Se trata de estudiar las relaciones entre los sexos como relaciones sociales, que atraviesan todos los niveles de status, edad…, y no pueden resumirse exclusivamente en términos de subordinación, sino que comprenden formas de inclusión y exclusión, jerarquía y dependencia, parentela, complicidad y afecto, etc.
Así, comenzaron a realizarse congresos, trabajos y materias sobre la Historia de las Mujeres y de Género. Aún con todo, existen algunas críticas y errores a evitar dentro de esta disciplina, pues podemos caer en un análisis demasiado simple y descriptivo de lo que sucede con las mujeres, no englobándolo dentro del resto del discurso histórico, pudiendo caer así en el mismo error olvidándonos de los hombres. Tampoco debemos caer en las acusaciones de victimismo y subordinación.
A su vez, esta disciplina distingue los conceptos de género (femenino, masculino y transexualidad) y sexo (mujer, hombre, hermafrodita, ferms, merms y neutro). Estudia la construcción cultural de la diferencia de sexos (feminidad y masculinidad) como productos históricos de transformación adheridos a cada cultura y a cada época. En lugar de tomar la diferencia de los sexos como una realidad histórica, hay que entender que los roles han cambiado permanentemente e incluso siguen cambiando. La cultura modela la educación y nuestros valores interiorizando la desigualdad.
Además, no solo se debe tener en cuenta la diferencia entre mujeres y hombres como grupos homogéneos pues eso sería caer en el normativismo, debemos tener claro que dentro de ambos sexos existen diferentes modelos de mujer y de hombre (laico, cristiano, musulmán, revolucionario, pacifista, etc.). El objetivo es estudiar a ambos sexos con todas sus características particulares.
Así pues, en la actualidad la corriente historiográfica que suele denominarse Historia de las Mujeres o, con matices, Historia de Género, constituye un modo particular de interrogar a la sociedad en cuestiones como las relaciones y conflictos familiares, el carácter sexuado de los símbolos y lenguajes religiosos y culturales... Pero ante todo, su aportación concierne a toda la disciplina, pues sitúa en la dimensión histórica categorías como las de masculino y femenino, privado y público, y por ello su enfoque es susceptible de aplicarse a los distintos campos de la Historia.
Con ello, se trata de una disciplina necesaria de ser aplicada dentro de la Historia y de las aulas pues todavía se trata el estudio del género como algo marginal y secundario o como un mero anexo al análisis histórico de una fase, y eso debe cambiar para poder avanzar socialmente.
Arqueología del Género
Una vez iniciado el estudio de la Historia de las Mujeres este fue aplicado a otras disciplinas. El concepto de género se introdujo por primera vez en la Arqueología en un artículo de Margaret Conkey y Janet Spector en 1984. También fueron importantes trabajos posteriores de la propia Margaret Conkey, Joan Gero y Roberta Gilchrist. La Arqueología del Género tiene tres objetivos básicos:
1) Exponer el prejuicio androcéntrico en todas las fases de la muestra arqueológica, conceptos, modelos, evidencias y conocimientos, erradicando el lenguaje androcéntrico (cazadores, artesanos, sacerdotes) pues podemos hablar de cazadoras, artesanas y sacerdotisas.
2) Identificar a mujeres en el contexto arqueológico, identificando relaciones y roles de género. La Arqueología del Género defiende que las relaciones sociales más básicas se basan en el género y la parentela (resultado de las relaciones entre géneros).
3) Cuestionarse las ideas sobre género y diferenciarlas en cada sociedad.
Arqueológicamente podemos estudiar el género atendiendo a la iconografía, el análisis óseo, el análisis mortuorio atendiendo a las diferencias de ajuar respecto a los géneros y analizando la cultura material sexuando los objetos para averiguar qué artefactos eran usados por quién.
Esta disciplina se centra sobre todo en el estudio de la Prehistoria, una época a la que han apelado constantemente defensores del determinismo biológico y de la Historia de las Mujeres. Por ejemplo, en 1966 Richar Lee e Irven Devore establecieron los grupos prehistóricos de cazadores/recolectores, pero sin tener en cuenta a las mujeres. Como reacción en 1981 F. Dahlberg se contrapuso al mito del hombre cazador/recolector, proponiendo argumentos tanto para los hombres como para las mujeres igualando ambos sexos.
La siguiente disciplina nos aporta una visión más crítica del pasado ofreciendo unas interpretaciones más neutrales y objetivas del pasado. La transversalidad o Interseccionalidad es una metodología para la investigación que tiene como premisa la multiplicidad de identidades de cada persona, que deriva de las relaciones sociales, la historia y la operación de las estructuras del poder. Las personas pertenecen a más de una comunidad a la vez y pueden experimentar opresiones y privilegios de manera simultánea. A su vez, una misma persona puede pasar por diferentes ideologías y adaptaciones a lo largo de su vida.
El análisis interseccional tiene como objetivo exponer los diferentes tipos de discriminación y desventaja que se dan como consecuencia de la combinación de identidades como el origen étnico, la raza, la clase, la sexualidad, la edad o la generación, discapacidad, nacionalidad, lengua materna, etc., con el fin de producir diferentes tipos de desigualdad social. Busca abordar las formas en las que el racismo, el patriarcado, la opresión de clase y otros sistemas de discriminación crean desigualdades que estructuran las posiciones relativas de las mujeres. Toma en consideración los contextos históricos, sociales y políticos.
Este término fue creado por Kimberlé Crenshaw, interesada en estudiar a la mujer de raza negra y de origen humilde desde una perspectiva comparativa para luchar por la igualdad. Sin embargo, el feminismo negro comenzó antes, en los años 60/70, a partir de un discurso de Sojourner Truth en Ohio donde señalaba indignada las diferencias de las mujeres blancas y negras:
“(…) ¿de qué están hablando todos aquí? Ese hombre de allí dice que las mujeres necesitan ayuda al subirse a los carruajes, al cruzar las zanjas y que deben tener mejor sitio en todas partes, ¡pero a mí nadie me ayuda con los carruajes, ni a pasar sobre los charcos, ni me dejan un sitio mejor! ¿Y acaso no soy una mujer? (…)”.
La denominada “Antropología del Cuerpo” surge en la década de 1970 en el área de las Ciencias Sociales comenzando a definirse como un campo de estudio específico. Los primeros estudios antropológicos sobre el tema, permitieron demostrar que los distintos grupos culturales construyen sus propias prácticas, representaciones, significaciones y valoraciones culturales en torno a los cuerpos. El objetivo de la Escuela de Annales de aplicar las Ciencias Sociales en la Historia fue fundamental para establecer esa conexión.
El objeto de estudio es el cuerpo, que puede ser representado iconográficamente en pinturas, pero también tallado en pequeñas figuras o esculturas. Toda representación corporal nos habla del reflejo e identidad social de la propia cultura ayudándonos a acercarnos a la identidad de esas personas. Atendiendo a las formas del cabello, el hecho de agujerearse el cuerpo, las vestimentas, las joyas, el maquillaje, las armas… podemos detallar los rasgos de género, rango, edad, jerarquía, características rituales, etc.
El historiador debe observar los cambios que se realizan en el cuerpo a diferentes edades, si el cabello es tapado con un velo a cierta edad o al adquirir la condición de mujer casada, si a nivel funerario los cuerpos se disponen de diferente forma, como se diferencian los adornos de hombres y mujeres, si solo se maquillan las mujeres o los hombres también lo usan… Con ello, observaremos las relaciones entre ambos sexos y sus diferencias culturales asignadas viendo reflejada la mente de las sociedades en la apariencia de los cuerpos.
Household Archeology
El objeto de análisis de esta disciplina es la unidad doméstica y familiar. Su metodología estudia la distribución de los espacios, si existe jerarquía en su disposición, sus funcionalidades atendiendo a los materiales que se encuentran en el interior, y su ordenación respecto a los diferentes géneros. Los análisis químicos son fundamentales pues no se deben dejar pasar los restos de paleobotánica, carbones y restos óseos faunísticos, los cuales pueden aportar una valiosa información acerca de la dieta y funciones de los espacios.
Por ejemplo, en los estudios de la civilización maya se ha determinado que existieron mujeres con un gran peso social pues existen edificios de la élite que se relacionan con el sexo femenino como el templo II de Tikal donde en el dintel se puede observar a una reina y en la Tumba de la Reina Roja.
Otro ejemplo serían los espacios del andrón y el triclinium griego y romano respectivamente, que eran unos espacios destinados exclusivamente para los hombres.
En definitiva, el estudio de la mujer aunque reciente, sigue creciendo encontrándose actualmente en auge. Todavía quedan muchos ámbitos que estudiar y muchos que revisar para poder obtener unos análisis mucho más completos e igualitarios que no obvien a una parte de la sociedad. Es compromiso de los historiadores e historiadoras introducir a la mujer en sus problemáticas como un factor fundamental en la investigación y no como un anexo secundario a los sucesos protagonizados por el hombre.
BIBLIOGRAFÍA:
-SANAHUJA, Mª E.: Cuerpos sexuados, objetos y Prehistoria. Cátedra, Barcelona, 2002.
-SÁNCHEZ LIRANZO, O.: La Arqueología del Género en la Prehistoria. RAMPAS, nº 4, 2001.
-SÁNCHEZ ROMERO, M.: Arqueología y Género. Granada, 2005.
Sobre la autora de este artículo:
Diana Navarro López estudiante del Grado de Historia en la Universidad de Valencia (a pocos meses de graduarse). Creadora del blog de divulgación histórica Explorando Egipto y redactora en Antrophistoria. Además, es miembro del Instituto Valenciano de Egiptología. Sus intereses giran en torno a la Egiptología por lo que ha realizado numerosos cursos y seminarios, así como asistido a diversas conferencias de temática egiptológica.
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